Fondos de inversión vs. gestión activa: cuál es la opción conveniente para los grandes patrimonios

Se tratan de las herramientas más utilizadas en la gestión de grandes patrimonios. Un punteo sobre las características de ambos para conocer cuándo es conveniente usarlos. 

Al momento de la gestoría de patrimonio, tanto los asesores como los inversores se enfrentan a diversos escenarios, por los que deben optar. Las estrategias de fondos de inversión pasivos o la gestión activa, son las dos opciones más utilizadas. 

Cada una de ellas tiene sus ventajas, desafíos y efectos. La elección es de suma importancia debido a que de ello dependerá la posibilidad de maximizar rendimientos, minimizar riesgos, optimizar la eficiencia fiscal y preservar el valor a través de generaciones. ¿Cuáles son los factores a tener en cuenta para la elección de uno de ellos?

Características y diferencias entre fondos de inversión y gestión activa

La elección entre fondos de inversión y gestión activa se realiza de acuerdo a los objetivos y necesidades específicas de cada inversor con gran patrimonio. Por ello, es importante conocer las características de cada una de las dos herramientas financieras. 

Por un lado, los fondos de inversión pasivos, tienen como objetivo replicar el rendimiento de un índice de mercado en lugar de intentar superarlo. En los últimos años, su uso se popularizó  al ser una inversión pasiva, simple, con menores costos y transparencia. Se caracteriza por tener un enfoque de “comprar y mantener”, que minimiza las transacciones y los costos de administración.

Las ventajas que ofrece esta gestión incide en la reducción de costos, ya que cuenta con comisiones menores en comparación con la gestión activa. Cuenta con transparencia y simplicidad en su uso y eficiencia fiscal, al minimizar transacciones ya que los fondos pasivos reducen la cantidad de eventos sujetos a impuestos, como las ganancias de capital. Esto es beneficioso en patrimonios altos, que buscan reducir la carga fiscal a largo plazo.

En cuanto a los desafíos que se debe enfrentar al elegir los fondos de inversión pasivos es que no tienen capacidad de adaptación ante los cambios en el mercado debido a que asumen cualquier caída de mercado en su totalidad, sin tener la flexibilidad de cambiar de estrategia en función del ciclo económico.

Por otro lado, la gestión activa tiene como punto de partida la intervención de un gestor, que debe tomar la decisión sobre los activos en los que invertir, cuándo comprarlos y venderlos, y cómo estructurar una cartera para maximizar los rendimientos de mercado.  

Esta estrategia ofrece adaptabilidad y flexibilidad, que pueden minimizar riesgos y aprovechamientos de las oportunidades a corto plazo. También, tienen la característica de realizar un ajuste de estrategias ante los periodos de volatilidad o crisis, siendo atractivo para grandes patrimonios que buscan preservar capital en todas las condiciones del mercado.

Asimismo, la gestión activa es totalmente personalizada, por lo que se permite crear una estrategia totalmente alineada con  las necesidades, objetivos y limitaciones de cada inversor. Lo que se traduce a lograr eficiencia fiscal, inversión en sectores específicos o en activos no convencionales como bienes raíces y capital privado.

Respecto a los desafíos que se enfrentan quienes la eligen, se puede destacar el costo que tiene ejecutarla, debido a las comisiones de su gestoría. Además, el éxito de la estrategia depende de la habilidad y experiencia del gestor, de allí la importancia de su trabajo. También se indica que muchos fondos de gestión activa no logran superar consistentemente al mercado en el largo plazo. 

Cuál elegir como mejor opción 

La respuesta sobre cuál es la mejor opción entre fondos de inversión y gestión activa no tiene una respuesta puntual, sino que esta depende de diversos factores como los objetivos del patrimonio, el horizonte temporal y la tolerancia al riesgo.

Si se busca simplicidad, eficiencia fiscal y costos bajos, los fondos de inversión pasivos pueden ser la mejor opción. Reduce el riesgo de errores de juicio humano y mantiene una estrategia de largo plazo.

Por su parte, la gestión activa es la elección que deben tomar quienes tienen patrimonios que buscan personalización, acceso a inversiones exclusivas y estrategias de preservación del capital más dinámicas. Su adaptación a los cambios ofrece una gran ventaja ante un escenario inestable. No obstante, la elección de muchos gestores de grandes patrimonios es aplicar una estrategia híbrida, combinando fondos de inversión pasivos  con el objetivo de tener el rendimiento general del mercado y asignan parte del capital a gestores activos especializados en áreas que puedan agregar valor.