Banca privada y los family office: cuál modelo elegir

Se tratan de los dos modelos más elegidos para la gestión de patrimonios de alto valor. Un punteo de las características, ventajas y desafíos de cada uno. 

En el sector de la gestión de patrimonios de alto valor hay diversas opciones estratégicas para realizar la administración del capital. Pero son dos los modelos que son los más elegidos, al dar respuesta a las necesidades del cliente. Se trata de la banca privada y los family offices.

Ambos modelos ofrecen servicios personalizados, que responden al objetivo de  preservar y crecer el capital de sus clientes. No obstante, se diferencian por sus enfoques, costos y niveles de independencia, y es crucial elegir el adecuado ante las necesidades del cliente.  

Cómo se diferencian la banca privada y la family office

Los servicios financieros pueden variar respecto a las características y necesidades del cliente, y de allí depende la estrategia de acción en búsqueda de cumplir los objetivos. Al hablar de la administración de los patrimonios de alto valor, la banca privada y los family offices son los modelos más utilizados, debido a que se adaptan a la función esperada.

Sin embargo, pese a ser utilizados para el mismo tipo de cliente, se diferencian por la funcionalidad que ofrecen. Por su parte, la banca privada es una institución histórica y tradicional que suele ser la entidad con la que ingresan al sistema financiero los dueños de patrimonios. 

Su puntual función es ofrecer un asesoramiento integral, que va desde las inversiones hasta la planificación fiscal. Al tratarse de una entidad afianzada en la economía, trae consigo un alcance internacional dando pie a realizar inversiones en mercados mundiales. Otro de los beneficios es el voto de confianza que tiene respecto a su posicionamiento en el área, siendo que, además, tiene una amplia gestión de soluciones. 

En cambio, los family offices son estructuras independientes creadas específicamente para gestionar las necesidades de una o varias familias de alto patrimonio. De allí, se despliegan dos tipos: las single-family offices (SFO), que trabajan exclusivamente para una familia, o multi-family offices (MFO), que atienden a varias familias bajo una misma estructura. 

En esta línea, entre las ventajas tiene este modelo se distingue la flexibilidad que ofrece ante diversas situaciones, ya que se adaptan a las necesidades personalizadas del cliente, como así también se tiene un control directo en la estrategia y decisiones. Además, suelen no tener conflictos de intereses con entidades, ya que la prioridad es el bienestar financiero de la familia.

Cómo elegir qué modelo aplicar 

Cada uno de los modelos presenta desafíos a contrarrestar. En la banca privada la personalización es escasa, ya que ofrecen productos establecidos por la entidad y su enfoque no es tan flexible. Respecto a los family offices, el costo de realizarlos son altos y la supervisión debe ser por parte de expertos en diferentes áreas y se tienen que utilizar sistemas sofisticados.

Una vez conocidas tanto las características como las ventajas y desventajas, es crucial definir los aspectos que son claves para tomar la decisión en la elección de cuál de los modelos es un adecuado para aplicar, de acuerdo al el nivel de riqueza, las necesidades de personalización y el interés en mantener un control directo, del cliente. 

La banca privada se suele elegir para familias con activos de entre 1 y 20 millones de dólares, debido a su accesibilidad y costos relativamente más bajos. Mientras que los family offices son ideales para quienes tengan entre 20 y 200 millones.

En cuanto a las necesidades, para aquellas complejas  como estructuración de inversiones en múltiples jurisdicciones o apoyo en filantropía, los family offices son las ideales. Mientras que si la familia busca servicios financieros estandarizados, la banca privada cumple con ello. Lo cierto es que la elección entre la banca privada y los family offices no cuenta con una respuesta rotunda, sino que el modelo ideal para cada cliente es el que no solo gestiona el patrimonio, sino que también refleja los valores y aspiraciones de la familia.