Empresas B y patrimonios familiares: ¿una moda o una estrategia de largo plazo? desde la mirada analítica de Fernando Boudourian

Tres generaciones en una empresa familiar analizan estrategias sostenibles en una sala de reuniones iluminada.

Las empresas B buscan responder a las necesidades de un entorno que busca sostenibilidad. Un punteo sobre su adaptación a patrimonios familiares.

Las empresas B ganaron gran popularidad, en un escenario mundial donde la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa es una búsqueda en diversos sectores, motivos por los cuales se convirtieron en pilares de la estrategia empresarial.

Para muchas familias empresarias, la certificación B representa tanto un compromiso con el desarrollo sostenible como también una forma de consolidar su legado y generar impacto positivo en la sociedad.
El crecimiento de las Empresas B y su impacto en la economía

Las empresas B surgieron como respuesta a la demanda de modelos de negocio que equilibran el beneficio económico con la creación de valor social y ambiental. Bajo la certificación del movimiento B Corp, las empresas deben cumplir con medidas de gobernanza, impacto ambiental, equidad laboral y compromiso comunitario.

Pero lo que comenzó como un modelo especulativo pasó a ser una iniciativa tendencia con respaldo institucional y regulatorio, impulsada por consumidores y mercados de capitales que priorizan criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).

Los patrimonios familiares no quedan fuera de los grupos empresariales que buscan adaptarse a este modelo. En este sentido, para este sector el interés por las Empresas B es impulsado por varios factores clave.

En primer lugar, porque las nuevas generaciones de herederos tienen interés de realizar negocios con impacto positivo, diferenciándose de las generaciones anteriores. Al integrar estos valores a largo plazo, las empresas B se convierten en vehículos efectivos para la continuidad empresarial y la cohesión familiar.

En segundo lugar, es porque las empresas B ofrecen un marco sólido para mejorar la reputación y diferenciarse en mercados cada vez más exigentes con la sostenibilidad.

Pero uno de los desafíos de las familias empresarias para adaptarse es garantizar la continuidad del negocio a lo largo de generaciones. Por ello, la adaptación del modelo B puede ser una solución estratégica al contar con un marco de gobernanza que trasciende la rentabilidad inmediata y refuerza los valores fundacionales de la empresa.

Ejecutar criterios ESG y la certificación B también significa tener un atractivo adicional para inversores institucionales y esto lleva a un mayor acceso a financiamiento.

En este sentido, el especialista financiero Fernando Boudourian, indica que el análisis de tendencias económicas es de gran importancia para la toma de decisiones estratégicas.

Además, la implementación de principios B en la estrategia patrimonial contribuye a la estabilidad del legado familiar. Ya que reducen los riesgos a conflictos sucesorios y garantizan que la visión fundacional se mantenga a lo largo del tiempo.

Pero también, existe una resistencia al cambio dentro de las familias empresarias y esto puede presentarse como un obstáculo en la implementación de este modelo. Además, la certificación B exige una revisión a gran escala de la organización que podría llevar a cambios y la toma de decisiones, lo que puede generar tensiones internas.

Pese a que el interés por las empresas B creció a gran escala en los últimos años, la falta de incentivos fiscales y marcos regulatorios claros en algunos países limita su adaptación a un alto nivel.

El aumento de la demanda de transparencia, sostenibilidad y propósito social por parte de consumidores e inversores encuentra en el modelo B la respuesta. Además, deja en evidencia la necesidad de su implementación para responder a las necesidades globales.